19 abril 2024
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La activista y el intérprete

Han pasado dos años desde el estallido de las revueltas en el mundo árabe y ya corren vientos de fundamentalismo y de ley sagrada en varios países. Farida, una abogada egipcia de ochenta años, incansable e intrépida defensora de los derechos de la mujer desde los años sesenta, sale del ascensor del hotel. Ha llegado el día anterior a Barcelona y aún está muy cansada del viaje. Los organizadores de su estancia en España me la presentan y nos sentamos a hablar sobre los días que pasaremos juntos en Barcelona y Zaragoza. Me lanzo en una explicación detallada de las diferencias que hay entre la interpretación consecutiva y la de enlace, pero me corta enseguida para decirme que no hace falta. Ha leído en mis ojos y en mi voz que todo saldrá bien, entonces no es necesario extenderse sobre el tema. Me tutea directamente diciéndome que yo soy el experto en esto y que en vez de hablar de interpretación prefiere que le cuente algo de mi vida. Quiere que le cuente por qué estoy en Barcelona y se interesa por saber si me queda familia en Oriente Medio.

Salimos en taxi hacia la sede de CC. OO., donde tiene su primera conferencia. Farida es pequeñita y dicharachera. Me hace un balance de la situación en Egipto con su espléndido dialecto cairota. Me muestra decenas de páginas de notas y me comunica que las charlas las dará en egipcio porque deja el árabe estándar «para los políticos». «Quiero que la gente sienta que las palabras me salen directamente del corazón», me dice. «Pues espero no estropearle el efecto con mi interpretación», contesto. Su reacción es inmediata: «Con esta voz y esta mirada que tienes, sé perfectamente que el público captará lo que sale de mi corazón». No hemos empezado a trabajar aún y Farida ya ha conseguido transformarme en militante egipcio de los derechos humanos.

La conferencia en la via Laietana dura más de dos horas. El público no se cansa de hacer preguntas, de pedir más. No quiere despegarse de Farida y acaba aplaudiendo de pie, mientras ella me abraza feliz y me da palmaditas en la espalda. En el taxi de vuelta a su hotel, me dice satisfecha que le gusta Barcelona y que está muy emocionada.

Al día siguiente repetimos la experiencia en la Universidad de Barcelona. El éxito es rotundo. Farida enamora y mi bloc de notas rebosa de historias sobre mujeres luchadoras, sueños entrañables y solidaridad. Dos periodistas nos esperan para hacer sus entrevistas. Tenemos además que almorzar y salir para la estación de Sants, pero Farida se toma la vida con tranquilidad. Colgada de mi brazo, da besos y reparte sonrisas, mientras va denunciando los extremismos y ofreciendo un análisis de la situación política a quien la quiera escuchar.

En el AVE a Zaragoza me cuenta sus años de lucha feminista, sus varias estancias en la cárcel que arruinaron su salud, y su participación activa en las manifestaciones de la plaza Tahrir. Farida sueña, lucha y conquista corazones por donde pasa.

En Zaragoza, esta mujer diminuta levanta pasiones, provoca carcajadas y consigue arrancarme unas cuantas lágrimas delante de más de doscientas personas, en una sala llena de gente entusiasmada con su fuerza y su optimismo. Los dos funcionamos juntos a la perfección. De hecho, al principio de su charla me había presentado como su «consejero culinario, guía, traductor y compañero en esta aventura». Farida enamora.

En el tren de vuelta a Barcelona, me sigue contando las peripecias de su vida de militante por la democracia y los derechos humanos en su país. Acaba confesándome también que últimamente se siente muy cansada, que tiene problemas de corazón y que presiente que este será su último viaje. Ante mi cara compungida se echa a reír y me declara que está encantada de que en su último viaje le haya tocado yo de intérprete y que esto era un regalo de la vida.

En principio, mi misión acababa al llegar a Barcelona. Al día siguiente, un coche vendría a buscarla para llevarla al aeropuerto y la aventura se acabaría allí. Incapaz de despedirme de ella, decido volver a su hotel al día siguiente. Cuando llego, la veo sentada en la recepción con un libro de Naguib Mahfuz en la mano. Me lo da y me ruega no dejar nunca de lado la lengua que me vio crecer. Me hace también prometer que visitaré más a menudo Oriente Medio y acaba diciéndome que le encantaría volver a verme, pero esta vez en El Cairo.

Soy Miguel Jelelaty Obeid, intérprete de conferencias desde 1999. Durante años, he trabajado exclusivamente en francés y en inglés y he huido del árabe como de la peste. El mercado me obligó a incluir el árabe hace pocos años. Desde entonces, con cada interpretación, recupero una parte olvidada de mi pasado y me vuelvo a llenar los pulmones de aire cargado de jazmín y de azahar que me llega directamente a través de la boca de los que interpreto.

Farida debe de estar despegando ahora rumbo a El Cairo, feliz de haber conseguido una vez más llevar la voz de la mujer árabe al mundo, mientras yo voy caminando lentamente hacia mi casa, con los pensamientos colgando de su delicioso acento cairota y con los ojos escrutando el cielo en un intento de seguir la estela del avión que la está devolviendo a su tierra.

Farida, una activista de ochenta años con el corazón muy cansado pero con una fuerza moral a prueba de bomba, ha cambiado un poco mi vida. Repaso los momentos de consecutiva trepidante y de enlace divertido de los últimos días. Revivo la brillante conferencia de Zaragoza y las respuestas geniales de Farida a los periodistas que me costó incluso interpretar a la perfección. Los sonidos de Barcelona desaparecen y dejan paso al encantador acento de una egipcia valiente que durante tres días llenó mi profesión de sentido.

Soy Miguel J. O., un intérprete de conferencias que ha tenido la suerte de interpretar durante tres días a Farida N., abogada y activista. Soy un hombre con paso titubeante que atrae la atención de los transeúntes porque parece que no ve por dónde anda.

Miguel Jelelaty
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Intérprete de conferencias desde 1999. Profesor de interpretación en la Universitat Pompeu Fabra entre 2006 y 2012. Imparte desde 2014 el módulo de «Mundo árabe» en el máster de Protocolo de la Universitat Ramon Llull. Da también seminarios de interpretación en la Société Française des Traducteurs y de oratoria y persuasión en la Toulouse Business School. Es bajo-barítono, habla siete idiomas y su lengua materna es el árabe levantino septentrional (variante libanesa). Es ateo desde que tiene uso de razón y soltero practicante desde que prefirió enamorarse y casarse con el mar Mediterráneo. Nació en Madrid, creció en Beirut, maduró en París, vive en Barcelona y fantasea con morir en una isla griega.

Miguel Jelelaty
Miguel Jelelaty
Intérprete de conferencias desde 1999. Profesor de interpretación en la Universitat Pompeu Fabra entre 2006 y 2012. Imparte desde 2014 el módulo de «Mundo árabe» en el máster de Protocolo de la Universitat Ramon Llull. Da también seminarios de interpretación en la Société Française des Traducteurs y de oratoria y persuasión en la Toulouse Business School. Es bajo-barítono, habla siete idiomas y su lengua materna es el árabe levantino septentrional (variante libanesa). Es ateo desde que tiene uso de razón y soltero practicante desde que prefirió enamorarse y casarse con el mar Mediterráneo. Nació en Madrid, creció en Beirut, maduró en París, vive en Barcelona y fantasea con morir en una isla griega.

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