24 abril 2024
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Un miembro de la junta

Aunque Asetrad nació hace más de diez años, en julio del 2003, mi participación como socio solamente se remonta al año 2008. Fui invitado por la junta directiva de entonces a participar en el congreso del 5º aniversario. Confieso que yo era un traductor bastante solitario y no se me pasaba por la cabeza inscribirme en ninguna asociación, así que fui al congreso con la única intención de dar mi charla y disfrutar de un par de días en Salamanca. Pero luego la historia se escribió con un guión imprevisto. Me gustó descubrir que Asetrad no es una especie de empresa de servicios para los traductores, sino una asociación dinámica que funciona por impulso solidario entre todos sus socios. La idea me tentó y me hice socio. Tres años después, en 2011, me llegaron voces que pedían voluntarios para formar la nueva junta directiva y me ofrecí a la entonces presidenta, Margaret Clark. Aquel año Margaret dejó la presidencia en manos de Elena Pérez en la misma transición en la que asumí la vocalía de actos y de la nueva página web. De aquella época aprendí que la junta de Asetrad es un equipo de gente verdaderamente colaboradora, donde los cargos importan poco, son las personas las que cuentan.

Dos años más tarde, cuando tocaba renovar los cargos de la junta, me volví a presentar como vocal. En la primera reunión de la nueva junta recién constituida, me asignaron el cargo de presidente. Lógicamente tuve mis dudas. El título de presidente impresiona un poco y conlleva una responsabilidad, así que uno se lo piensa antes de aceptarlo sin más. Además, de la antigua junta solamente quedábamos cuatro personas, los otros ocho junteros eran nuevos. Pero en pocas semanas quedó demostrado que he tenido la gran suerte de contar con una junta compuesta por personas muy competentes y con mucho empuje para hacer las cosas. Y por si fuera poco, con la actitud de ayuda franca por parte de los miembros de la junta saliente, que en todo momento han estado ahí echando una mano en todo lo necesario. Gracias a esta actitud de estos socios, pues los miembros de todas las juntas no somos más que socios de Asetrad, mi trabajo en la junta ha sido muy satisfactorio y menos exigente de lo que me esperaba.

Eso nos está permitiendo apoyar a los socios en algunas de las principales finalidades que marcan los estatutos, como organizar un programa de formación variado, interesante y, sobre todo, útil para traductores, correctores e intérpretes. Participar en diversos actos públicos que destaquen la función y la importancia de nuestras profesiones en la sociedad. Apoyar a las nuevas generaciones de traductores mediante charlas informativas y mesas redondas en las universidades, y con un programa de prácticas tuteladas pionero en este país.

Hay muchas cosas por hacer, claro, pero una de las que me parecen importantes es arrojar un poco de luz sobre el camino hasta ahora algo difuso de la traducción automática. Es un proceso que está ahí y en más de un caso es un verdadero competidor del traductor humano. En pocos años ha pasado de ser un método para generar textos ilegibles a ser una herramienta capaz de traducir muchas cosas con una calidad aceptable. Y las empresas del sector siguen investigando en este tema, así que nos conviene estar al corriente y saber cómo se puede aprovechar en beneficio del sector de la traducción.

Finalmente, no quisiera desaprovechar esta oportunidad para manifestar el agradecimiento de la junta, mejor dicho, de las juntas, a todas las personas que llevan muchos años trabajando por Asetrad desde otros ámbitos. Sobre todo quiero destacar el papel de dos de ellas: María Barbero e Isabel Hoyos. Ambas han sido grandes impulsoras de La Linterna del Traductor, este órgano de comunicación de Asetrad. María ha sido la directora durante los cinco años que constituyen esta segunda etapa. Isabel, su infatigable redactora jefa. Han trabajado muchísimo y pueden estar muy orgullosas del resultado: con este ya son diez ejemplares de una revista verdaderamente ejemplar, fruto de su enorme trabajo y de su capacidad para aglutinar esfuerzos y motivar a todo el mundo que ha colaborado en un sentido u otro (una lista muy larga de personas, desde luego). Ahora María Barbero deja la batuta en manos de Isabel Hoyos en un proceso de evolución normal en cualquier proyecto. Desde aquí quiero manifestar públicamente el agradecimiento de todos los socios de Asetrad por vuestro trabajo. María, muchísimas gracias por tu trabajo de directora. Te deseo el máximo éxito en todos los proyectos que requieran a partir de ahora tu atención. Isabel, muchísimas gracias por tu trabajo como redactora jefa y por tu generosidad al aceptar el cargo de directora sabiendo lo exigente que es. Asetrad tiene mucha suerte de tener socias como vosotras.

Llorenç Serrahima
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Es licenciado en Veterinaria (Zaragoza, 1980) y MBA (ESADE, 1995). Traductor autónomo desde 1997, del alemán, del inglés y del francés al español y al catalán, especializado en temas de medicina y salud en general. Ahora, con dos hijos ya mayores que vuelan solos, dedica su tiempo libre al montañismo, al teatro y a la poesía. Esta última le ha llevado incluso a hacer alguna incursión en la traducción literaria por el puro placer de verter al castellano y al catalán algunas poesías de las alemanas Hilde Domin y Mascha Kaléko.

Llorenç Serrahima
Llorenç Serrahima
Es licenciado en Veterinaria (Zaragoza, 1980) y MBA (ESADE, 1995). Traductor autónomo desde 1997, del alemán, del inglés y del francés al español y al catalán, especializado en temas de medicina y salud en general. Ahora, con dos hijos ya mayores que vuelan solos, dedica su tiempo libre al montañismo, al teatro y a la poesía. Esta última le ha llevado incluso a hacer alguna incursión en la traducción literaria por el puro placer de verter al castellano y al catalán algunas poesías de las alemanas Hilde Domin y Mascha Kaléko.

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