Cuando tomo un poema,
lo miro a trasluz,
lo leo
y dejo que me invada,
si quiere.
Espero que me pida
que me sumerja en él,
lo explore
y me moje,
si me dejo.
O salgo volando en pos de un sueño
largo,
estrecho,
hacia lo alto,
si me lleva con él.
Si no me invade,
si no me moja,
si no sueño,
no es un poema para mí
y lo dejo
a la espera de alguien
que lo entienda
que lo sueñe
que lo goce.
Y vuelva para compartirlo conmigo.
Llorenç, noviembre del 2014