26 abril 2024
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¿Cuántos controles lingüísticos hacen falta para traducir sobre un proceso de paz?

La respuesta es cinco, o, mejor dicho, todos los posibles, que en la práctica son cinco. Soy consciente de que acabo de destripar el artículo, pero no importa: confío en que quien haya comenzado a leer tenga curiosidad por saber cuáles son esos cinco controles lingüísticos y, sobre todo, de qué proceso de paz se trata.

En el Servicio de Traducción al Español de la Sede de las Naciones Unidas traducimos principalmente documentación para reuniones, pero esta categoría esconde un abanico de textos de lo más diverso, desde resoluciones, que son los textos normativos por excelencia de las Naciones Unidas, hasta órdenes del día de sesiones, pasando por informes de temas variados y cartas de Estados miembros sobre cuestiones que les afectan.

Aquí encontramos el primer control lingüístico, que es gentileza de eLUNa, nuestra herramienta de traducción asistida por ordenador.

Los documentos siguen en su mayoría el mismo proceso. Una dependencia se encarga de recibirlos, de fijar el plazo en que deberán estar publicados y de distribuirlos a los servicios para su traducción. Una vez recibido un documento, el programador de cada servicio (que viene a ser el gestor de proyectos) lo asigna a una persona u otra en función del tema y el plazo, y esa persona lo traduce. Aquí encontramos el primer control lingüístico, que es gentileza de eLUNa, nuestra herramienta de traducción asistida por ordenador. El QA nos permite detectar, entre otros, errores en la traducción de cifras, fechas y signaturas (combinaciones de cifras y letras que identifican a cada documento) y de términos incluidos en UNTERM (base de datos terminológica de las Naciones Unidas).

Una vez traducido (obviamente, leído y releído por la misma persona que lo traduce, es decir, autorrevisado), el documento pasa al equipo de auxiliares de edición y autoedición, donde encontramos el segundo control lingüístico. Los auxiliares de edición y autoedición son, en esencia, correctores de pruebas: comparan el original con la traducción y comprueban que elementos como la signatura, la cabecera, los títulos, la numeración de las notas al pie, la secuencia de los párrafos, los cuadros, las figuras y los anexos sean correctos. Una vez satisfechos, publican el documento en el Sistema de Archivo de Documentos de las Naciones Unidas. Lo habitual es que el proceso de traducción cuente únicamente con estos dos controles lingüísticos.

En el caso de que sea un traductor, y no un revisor, quien traduzca el documento, la revisión sería el segundo control lingüístico.

Es importante mencionar que en las Naciones Unidas las tareas de traducción y revisión están estrechamente relacionadas con el cargo de cada persona. En el Servicio hay traductores, revisores y revisores superiores, en función de la experiencia de cada uno; todo el mundo traduce, pero los revisores y revisores superiores también revisan el trabajo de los traductores con menos experiencia. En el caso de que sea un traductor, y no un revisor, quien traduzca el documento, la revisión sería el segundo control lingüístico, al que seguiría el tercero, a cargo del equipo de auxiliares de edición y autoedición.

Un caso especial: los informes de Colombia

Foto de una sesión del Consejo de Seguridad
Sesión del Consejo de Seguridad sobre la situación en Colombia.
Foto: ONU/Eskinder Debebe

Una de las principales actividades de las Naciones Unidas es el mantenimiento o la consolidación de la paz en situaciones de conflicto, lo que se lleva a cabo mediante misiones emplazadas en lugares como la República Centroafricana o el Líbano. Además de las misiones de paz, como se conocen oficiosamente, hay misiones políticas especiales, que también son operaciones sobre el terreno pero dedicadas a la diplomacia preventiva y a apoyar transiciones políticas complejas. Los informes de la labor realizada por todas estas misiones, que se presentan al Consejo de Seguridad para que los estudie y tome las medidas que considere oportunas, se cuentan entre todos los documentos que llegan al Servicio para traducir.

Entre las misiones políticas especiales destaca, por estar emplazada en un país de habla hispana, la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia.

Entre las misiones políticas especiales destaca, por estar emplazada en un país de habla hispana, la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, que se encarga de verificar dos puntos concretos del acuerdo de paz suscrito en 2016 entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (las famosas FARC), a saber, la reincorporación política, económica y social de los excombatientes, sus familias y comunidades, y las garantías de seguridad para ellos. La Misión tiene la obligación de presentar informes trimestrales al Consejo de Seguridad y, pese a que desarrolla su actividad en español, ha de presentarlos en inglés, porque tienen que ser aprobados antes de presentarlos al Consejo y no todas las personas que tienen que aprobarlos hablan español. El resultado de esta situación es que, aunque los informes que recibimos para traducir están escritos en inglés, en realidad, al redactarlos, los autores traducen del español todos los nombres de programas, iniciativas, leyes y órganos, e incluso declaraciones y expresiones, así que en la práctica lo que nosotros hacemos es un trabajo de retrotraducción, para el cual es indispensable consultar la prensa y los comunicados oficiales de las diversas instancias de la Administración colombiana, porque una gran parte de la información de los informes ya está publicada en internet.

La Misión utiliza estos informes, en su versión en español, para dialogar con las autoridades colombianas, hacer balance de lo logrado y planear las actividades futuras.

Dada la importancia que tiene la labor de la Misión para los países de habla hispana, y en especial Colombia, la traducción al español de estos informes es especialmente delicada. La Misión utiliza estos informes, en su versión en español, para dialogar con las autoridades colombianas, hacer balance de lo logrado y planear las actividades futuras. Por ello, la versión en español debe reflejar con precisión la terminología relacionada con el proceso de paz. Una gran parte de la terminología de este tema está recogida ya en UNTERM, pero hay otra parte que no puede incluirse. eLUNa reconoce todos los términos de UNTERM, pero no hay manera de decirle que muestre los términos de un subconjunto concreto a una única persona, porque la configuración se hace a nivel de Servicio, así que, si incluyéramos toda la terminología y fraseología que hemos de utilizar en estas traducciones, todos los compañeros del Servicio la verían, y daría lugar a confusiones y errores. Hablo de términos como monitoring, por ejemplo, que, salvo en este contexto, nunca traducimos por ‘monitoreo’, o Roma communities, que tenemos que traducir por ‘comunidades rom’, y no ‘romaníes’, como sería habitual.

En vista de esta situación, y para estandarizar también la terminología y fraseología que utilizan los autores del informe (antes era común encontrar pequeñas variaciones de un informe a otro, lo que dificultaba la traducción), acordamos trabajar a partir de un glosario compartido, que los autores utilizan al redactar el informe y nosotros, al traducirlo. En eLUNa por ahora no se pueden importar glosarios (se pueden crear glosarios para cada trabajo, pero hay que alimentarlos término a término, y nuestro glosario tiene más de doscientos), así que, para comprobar que hemos utilizado todos los términos del glosario compartido, utilizamos Xbench, cargando en él el bitexto de nuestra traducción y el glosario.

Portada de un informe sobre una misión en Colombia
Portada de uno de los informes de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia

Los informes de Colombia, como los conocemos en el Servicio, suelen llegar con un plazo corto, insuficiente para que una sola persona se encargue de traducir todo el documento. Esta circunstancia, que en principio podría parecer que merma la coherencia del documento, es en realidad beneficiosa, porque la aprovechamos para hacer lectura cruzada. Una vez las dos personas acaban de traducir sus partes, se las intercambian para leer la parte de la otra. Así se detectan posibles despistes e incoherencias, no del ámbito terminológico, sino más generales (¿’peticiones’ o ‘solicitudes’?, ¿’instituciones del Estado’ o ‘instituciones estatales’?), que tampoco impedirían la lectura, pero sí podrían confundir. La lectura cruzada no es una tarea prevista como tal en el Servicio, no se «paga» con créditos (la traducción y la revisión sí se «pagan» con créditos, que son las unidades establecidas en las Naciones Unidas para calcular la productividad de cada persona; un crédito equivale a 330 palabras). Así pues, como no es una tarea establecida, no es obligatorio llevarla a cabo, pero somos varios los que recurrimos a ella en casos como este, o cuando nos toca traducir un documento en un plazo muy corto, o si el texto es especialmente narrativo y el estilo es de suma importancia.

Cuando la traducción de ambas partes ya está finalizada, se envía al equipo de auxiliares de edición y autoedición, que se encargan de la corrección de pruebas, como expliqué antes. No obstante, en lugar de publicar el documento directamente, en este caso los autores piden leer antes la traducción. En este momento suelen enviarnos pequeñas sugerencias que, en su opinión, harían que el texto fuera mejor recibido por las instancias colombianas. Ejemplos de estas sugerencias son traducir fast track procedure, en referencia a un procedimiento acelerado de tramitación de leyes, como ‘procedimiento fast track’, en vez de ‘procedimiento acelerado’, porque así lo usan en Colombia, o traducir partners por ‘socios’, en vez de ‘asociados’, que es lo que usaríamos habitualmente en nuestros textos, porque ‘socios’ es más usual en el contexto latinoamericano. En general, las sugerencias son pertinentes, pero a veces tenemos que recordar a los autores que nuestra traducción tiene como destinataria no solo a la población colombiana, sino a la de los más de veinte países hispanohablantes, así que, por mucho que el documento traducido vaya a utilizarse específicamente en Colombia, tiene que ser comprensible para cualquier persona hispanohablante. Aquí es cuando entran en juego las dotes de negociación, que una va mejorando a medida que va teniendo experiencia. Es perfectamente aceptable utilizar ‘socios’ en vez de ‘asociados’, y así lo hicimos, pero en lugar de ‘procedimiento fast track’ propusimos a los autores utilizar ‘procedimiento acelerado (fast track)’. Así, el público colombiano identifica sin problemas de qué procedimiento se trata y las demás personas hispanohablantes también lo entienden. Una vez acordados estos cambios, la traducción, ahora ya sí, se publica en el Sistema de Archivo de Documentos.

Por mucho que el documento traducido vaya a utilizarse específicamente en Colombia, tiene que ser comprensible para cualquier persona hispanohablante.

Recapitulemos, entonces. El primer control lingüístico es el QA de eLUNa, que nos comprueba, entre otras cosas, cifras, fechas, signaturas y términos de UNTERM. El segundo es Xbench, que nos asegura que hayamos utilizado la terminología y fraseología acordada con los autores. El tercero es la lectura cruzada, el segundo par de ojos con los que subsanamos problemas de coherencia interna. El cuarto es el equipo de auxiliares de edición y autoedición, que se encargan de la corrección de pruebas. Y el quinto son los autores del documento, que velan por que la traducción se ajuste al contexto en el que se va a utilizar.

Cuantos más controles lingüísticos, mayor calidad… y mayor tranquilidad

Los traductores españoles también hemos tenido que aprender a traducir women leaders por ‘lideresas’, palabra utilizada en gran parte de los países hispanohablantes, entre ellos Colombia, sin pensar irremediablemente en Esperanza Aguirre.

Como se desprende de todo lo anterior, traducir los informes de Colombia no es tarea sencilla. Suelen conllevar una gran labor de investigación, para poder reproducir con exactitud las declaraciones o títulos de programas que puedan aparecer, y contienen bastante terminología jurídica, porque se informa siempre del desarrollo de los casos de excombatientes sometidos a la Jurisdicción Especial para la Paz, componente judicial creado por el acuerdo de paz que se ocupa de los delitos cometidos durante el conflicto armado. A todo ello se une el estrés de pensar que la traducción va a ser escudriñada y que va a haber que negociar posibles cambios y defender, en caso de que las propuestas no sean pertinentes, las decisiones que hemos tomado al traducir. Por otro lado, hemos tenido que superar nuestras reticencias a traducir sistemáticamente to implement por ‘implementar’, porque en Colombia es una palabra de uso generalizado, hasta el punto de que incluso la paz se implementa (en el acuerdo de paz, implementar y derivados aparecen la friolera de 365 veces), y los traductores españoles también hemos tenido que aprender a traducir women leaders por ‘lideresas’, palabra utilizada en gran parte de los países hispanohablantes, entre ellos Colombia, sin pensar irremediablemente en Esperanza Aguirre.

Instaurar los mencionados controles lingüísticos ha supuesto que traducir los informes de Colombia no solo no imponga tanto, sino que además sea una tarea mucho más llevadera.

Pese a todo ello, en mi opinión, traducir estos informes es una tarea interesantísima, ya que contienen información muy actual, apenas de los últimos tres meses, sobre un proceso de paz, y muy gratificante, porque son verdaderamente útiles (no está muy claro que la versión española de los informes de la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur sea demasiado útil, por ejemplo). Además, nos permiten trabajar codo con codo con la persona con la que compartimos el documento y tener una relación estrecha con los autores, cosa muy poco frecuente en nuestro trabajo (curiosidades de la vida, nuestra persona de contacto es un belga que estuvo de erasmus en Salamanca). No obstante, he de decir que el sistema de trabajo no siempre fue así: hemos ido perfeccionándolo con el paso del tiempo. Hace dos años no teníamos QA en eLUNa, ni glosario compartido (los autores nos mandaban un glosario breve con cada informe), ni hacíamos lectura cruzada, así que teníamos que dedicar tiempo y esfuerzo a comprobar manualmente fechas, signaturas y demás, la coherencia interna y entre informes no llegaba al grado actual y las sugerencias de los autores eran bastante más numerosas que ahora. Instaurar los mencionados controles lingüísticos ha supuesto que traducir los informes de Colombia no solo no imponga tanto, sino que además sea una tarea mucho más llevadera, y, lo que es más importante, ha hecho que los informes tengan una mayor calidad. Prueba de ello es que los autores nos felicitan por la traducción y nos hacen llegar su agradecimiento por un trabajo bien hecho. Como sabemos todos los traductores, en nuestro trabajo esto no ocurre con frecuencia, pero cuando ocurre, es un momento de máxima satisfacción.

Ana Puga
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Es licenciada en Traducción e Interpretación (Universidade de Vigo, 2004) y tiene un máster en Traducción Científico-Técnica (Universitat Pompeu Fabra, 2007) y un título de posgrado en Traducción y Tecnologías (Universitat Oberta de Catalunya, 2011). Entre 2006 y 2014 fue traductora autónoma, tiempo en el que trabajó para diversas agencias y, principalmente, para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Desde 2014 trabaja en el Servicio de Traducción al Español de la Secretaría de las Naciones Unidas (Nueva York), donde ahora es revisora.

Ana Puga
Ana Puga
Es licenciada en Traducción e Interpretación (Universidade de Vigo, 2004) y tiene un máster en Traducción Científico-Técnica (Universitat Pompeu Fabra, 2007) y un título de posgrado en Traducción y Tecnologías (Universitat Oberta de Catalunya, 2011). Entre 2006 y 2014 fue traductora autónoma, tiempo en el que trabajó para diversas agencias y, principalmente, para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Desde 2014 trabaja en el Servicio de Traducción al Español de la Secretaría de las Naciones Unidas (Nueva York), donde ahora es revisora.

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