20 abril 2024
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Los peligros del voluntariado en interpretación, traducción y corrección

Como se destaca en este número de La Linterna del Traductor, el voluntariado es una herramienta muy valiosa con la que se pueden lograr grandes beneficios para nuestras profesiones. Sin embargo, no es un recurso exento de peligros. Este artículo se propone servir de aviso a navegantes: voluntariado sí, pero con cabeza.

La palabra «voluntariado» nos sugiere buenas sensaciones y hace que acudan otras palabras a nuestra mente, todas ellas con connotaciones positivas.

La palabra «voluntariado» nos sugiere buenas sensaciones y hace que acudan otras palabras a nuestra mente, todas ellas con connotaciones positivas: solidaridad, compartir, amor, dar, humanitario, ayuda, cuidados… No solo eso, sino que algo en lo que coincidimos todos los que hemos hecho alguna actividad voluntaria sin obtener ninguna remuneración a cambio es en destacar lo mucho que llena, que te hace sentir que estás participando de algo bueno, algo en lo que crees, la convicción de que tus acciones van a beneficiar a otros. En muchas ocasiones no te conocen ni te conocerán, pero la satisfacción personal es tan grande que lo compensa.

Cuando el voluntariado implica una actividad profesional tiene otra ventaja, no tan desprendida, pero (¿por qué no?) también válida: cuando acabamos los estudios y empezamos a buscar trabajo, nos enfrentamos a la gran barrera de no tener experiencia, tan difícil de superar mientras buscamos desesperadamente esa primera oportunidad. El voluntariado es una buena forma de adquirir experiencia profesional —sin cobrar, claro—, pero en esos momentos de angustia posgrado o posmáster puede que la remuneración no sea nuestra máxima prioridad.

Entonces, ¿cuál es el problema? Aportamos nuestro granito de arena colaborando con una organización que trabaja por una causa noble, obtenemos con ello satisfacción personal y añadimos unas líneas muy preciadas a nuestro currículum. ¡Todo son ventajas!

Uno de los peligros es la posibilidad de que, con nuestra buena voluntad y entusiasmo, estemos haciendo gratis una tarea por la que una organización debería pagar.

Sin embargo, el voluntariado profesional también tiene un lado oscuro del que no siempre se habla. Hay varias trampas en las que podemos caer si colaboramos con una organización sin plantearnos antes una serie de cuestiones. Uno de los peligros es la posibilidad de que, con nuestra buena voluntad y entusiasmo, estemos haciendo gratis una tarea por la que una organización debería pagar. En este punto es necesario subrayar que este artículo no trata otros fenómenos del sector en los que tampoco se cobra, como son la llamada «traducción colaborativa» (crowdsourcing translation) o los subtítulos hechos por aficionados (fansubs). Aunque tienen en común con el voluntariado la falta de remuneración, y a pesar de que en algunos sectores se quiera dar a estos tipos de traducción un halo de servicio «para la comunidad», en absoluto se puede considerar que sean comparables con el voluntariado. Las organizaciones que estudian todos los aspectos relacionados con el voluntariado están de acuerdo en un principio: las actividades de voluntariado no deben sustituir al trabajo retribuido. Sin ir más lejos, en el código deontológico de Asetrad, al que se adhieren todos los socios al aceptar formar parte de la asociación, figura la posición de Asetrad con respecto a las labores no remuneradas para organizaciones sin ánimo de lucro. Según su artículo 3, apartado 2, los socios de Asetrad:

En el caso de prestar servicios de forma gratuita para organizaciones no lucrativas procurarán no realizar tareas que podrían ser remuneradas por dichos organismos y no ocupar puestos de trabajo. Asimismo, deberán informar al organismo beneficiario del valor de mercado del servicio que ofrecen de manera gratuita.

No todos los proyectos de voluntariado van a caer tan fácilmente a un lado u otro de esa balanza.

Pero ¿cómo distinguir la ONG que realmente necesita del trabajo voluntario de intérpretes, traductores o correctores para ejercer sus labores de la que se lucra con todo ese trabajo voluntario? Si una organización nos pide que traduzcamos 3000 palabras al día de documentos técnicos sobre gestión interna y además nos exige que lo hagamos desde sus instalaciones, podremos tener la certeza de que necesitan cubrir un puesto de trabajo y pretenden que les salga gratis. Lo mismo sucede si nos ofrecen corregir una publicación por la que luego van a cobrar y no son transparentes con el destino de esos ingresos. O quieren un intérprete consecutivo para una jornada completa y nos enteramos, por ejemplo, de que el técnico de sonido sí va a cobrar. Sin embargo, no todos los proyectos de voluntariado van a caer tan fácilmente a un lado u otro de esa balanza.

Grupo de personas uniendo las manos en un mismo punto
Fotografía de Perry Grone para Unsplash

Por ejemplo, una traducción no es únicamente el texto meta que entregamos: a partir de una traducción se puede generar un bitexto, una base de datos que se puede almacenar y, junto con otras bases de datos similares, llegar a crear un corpus. Un corpus de un par habitual de lenguas quizá no tenga mucho valor en el mercado, pero en el caso de lenguas exóticas eso cambia mucho. Como muestran Attila Piróth y Mona Baker en un artículo titulado The Ethics of Volunteerism in Translation (de lectura más que recomendable), se ha dado el caso de ciertas organizaciones que se dicen sin ánimo de lucro que han llegado a vender a gigantes de la informática esos preciados corpus elaborados con el trabajo de voluntarios que pensaban que simplemente estaban ayudando en una situación de crisis.

Toda ONG debe tener una gestión transparente y unas cuentas auditadas por una entidad externa, y deberíamos tener acceso a esa información.

Entonces, ¿cómo saber a qué organizaciones dirigirnos si queremos colaborar con ellas haciendo tareas de interpretación, traducción o corrección? Hay varias vías, y no es casual que sean las mismas que las que se presentan ante nosotros cuando, como autónomos, nos planteamos si aceptar un encargo de una agencia que no conocemos de nada. Podemos indagar sobre esa organización: pedirles directamente más información a los responsables, buscar en internet o preguntar a nuestros conocidos. Toda ONG debe tener una gestión transparente y unas cuentas auditadas por una entidad externa, y deberíamos tener acceso a esa información. Pero también hay otra forma de obtener lo que buscamos, una forma más directa y más práctica: hacerse socio de una de las asociaciones del sector. Estar en contacto con otros profesionales nos da acceso a su conocimiento y su experiencia. Basta con hacer una pregunta razonable y razonada en un foro de profesionales para que muchos de ellos se vuelquen para compartir sus ideas y consejos con nosotros.

No es fácil distinguir el grano de la paja, y este artículo no está encaminado a desanimar a nadie que haya decidido colaborar con una organización afín ofreciendo su tiempo y sus conocimientos. Eso sí, hay varias preguntas importantes que es necesario hacerse antes de dar ese paso: ¿es consciente esa organización de la labor que implica traducir, interpretar o corregir?, ¿es transparente en su gestión, se somete a auditorías externas y hace públicas sus cuentas anuales?, ¿tienen sus directivos algún conflicto de intereses?, ¿remuneran por su trabajo a otros profesionales? y, por último, la pregunta más importante de todas: ¿quién se beneficia realmente del trabajo de los profesionales?

Bibliografía

Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes. Código deontológico. [Consultado en línea el 4 de febrero de 2020.]

Plataforma del Voluntariado de España. Voluntariado y empleo: preguntas frecuentes. [Consultado en línea el 4 de febrero de 2020.]

Piróth, A.; Baker, M. The Ethics of Volunteerism in Translation: Translators Without Borders and the Platform Economy. 2019. [Consultado en línea el 4 de febrero de 2020.]

Carmen Albaladejo
Carmen Albaladejo Vivero
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Licenciada en Filología Inglesa (Universidad Complutense de Madrid, 1997), especialista universitaria en Traducción de inglés a español (UNED, 2001) y licenciada en Traducción e Interpretación (Universidad Complutense de Madrid, 2011). Ha publicado tres biografías y ha participado en la redacción de una enciclopedia en línea. Traduce profesionalmente desde el año 2000 y es socia de Asetrad desde 2004. Durante los últimos años se ha dedicado a la traducción técnica del inglés y el francés al español (ingeniería aeroespacial, TI, dispositivos médicos, organismos internacionales), a la revisión de calidad y la localización, y actualmente trabaja como traductora al español en el Consejo de la Unión Europea (Bruselas). Ha formado parte de la Junta Directiva de Asetrad de 2017 a 2021. La fotografía, junto con el punto, es una de sus aficiones; le gusta vivir al límite.

Carmen Albaladejo Vivero
Carmen Albaladejo Vivero
Licenciada en Filología Inglesa (Universidad Complutense de Madrid, 1997), especialista universitaria en Traducción de inglés a español (UNED, 2001) y licenciada en Traducción e Interpretación (Universidad Complutense de Madrid, 2011). Ha publicado tres biografías y ha participado en la redacción de una enciclopedia en línea. Traduce profesionalmente desde el año 2000 y es socia de Asetrad desde 2004. Durante los últimos años se ha dedicado a la traducción técnica del inglés y el francés al español (ingeniería aeroespacial, TI, dispositivos médicos, organismos internacionales), a la revisión de calidad y la localización, y actualmente trabaja como traductora al español en el Consejo de la Unión Europea (Bruselas). Ha formado parte de la Junta Directiva de Asetrad de 2017 a 2021. La fotografía, junto con el punto, es una de sus aficiones; le gusta vivir al límite.

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