19 marzo 2024
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Entrevista a un profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

En primer lugar, muchas gracias por concederme esta entrevista, Ricardo.

La carrera de traducción e interpretación (TeI) de la Univ. de Las Palmas de Gran Canaria es una de las más antiguas de España, junto con la de Granada y la Autónoma de Barcelona. ¿Cómo se accede en este momento a los estudios de TeI en Las Palmas? ¿Existe examen de acceso?

Efectivamente, tenemos un examen de acceso en ambos programas de grado, como lo había en las licenciaturas. El contenido y orientación de las pruebas, como en el resto de España, es mejorable.

¿Qué idiomas pueden cursar los alumnos de TeI de Las Palmas?

La lengua A es el español; la única lengua B, el inglés; francés y alemán son lenguas C. Tenemos clases estables de lenguas (lenguas D) de ruso y árabe, y de portugués e italiano, gracias a un convenio con el aula de idiomas de la ULPGC. También otras de chino, japonés y coreano, menos regulares.

Solo se llega a traducir de las lenguas A, B y C, y de las lenguas D y de portugués e italiano solo se imparten clases de lengua y no de traducción e interpretación. ¿Es correcto?

Sí, perdón. La distinción entre lengua A (la materna o nativa), lengua B (la que se domina relativamente al comenzar los estudios) y lengua C (con la que se comienza de cero pero se llega a practicar la traducción solo hacia la lengua A en los estudios) tiene su origen en la similar clasificación de la AIIC, que se ha adoptado en España en el marco normativo de la docencia universitaria de traducción e interpretación. En general, se asume que saber traducir, más allá de saber lenguas, es dominar una serie de destrezas, modos, normas y convenciones a menudo independientes de la lengua. Por eso, las facultades amplían a menudo la enseñanza a lenguas adicionales para mejorar su oferta, aunque no llegan a ofrecer formación en traducción o interpretación. Por simpatía con la nomenclatura de la clasificación, se las conoce como lenguas D.

¿Ha cambiado el perfil del estudiante de TeI a lo largo de las últimas décadas en tu facultad? En caso afirmativo, ¿en qué medida?

Bueno, no puedo hablar de los cambios en esta facultad, en la que llevo solo cuatro años. En cambio, quizás puedo aportar una visión panorámica, como antiguo estudiante de la EUTI de Granada y después profesor en distintos centros. Tengo la sensación de que las primeras promociones se nutrieron de estudiantes más aventureros, con biografías más singulares que las de los prototípicos estudiantes actuales. Quizás incidieron en ello factores como el retorno de los emigrantes, la transición política española, la caída del muro de Berlín. En cualquier caso, también ha descendido el nivel de preparación. No descubro nada: Ahí están los informes PISA y otros más concretos. Por ejemplo, la Facultad de Traducción de la Universidad de Maguncia (Germersheim) acaba de remitir una carta en la que señala que el 90,5 % de los estudiantes Erasmus españoles que ahora estudian allí no tienen suficiente nivel para participar en clases de traducción y seminarios.

Actualmente, al hablar de formación universitaria, es inevitable abordar el Plan de Bolonia. ¿Cuánto tiempo hace que se ha implantado en tu facultad y cómo ha afectado este proceso al profesorado de TeI?

Este año culminamos la transición, en cuanto a planes de estudios. Las condiciones de la docencia implícitas y explícitas en el Plan de Bolonia parece que van a tardar más. Junto a la adaptación a las directrices europeas, los cambiantes ministerios y consejerías y las propias universidades españolas han acometido reformas inconsistentes y recortes justo cuando las mejoras previstas en el plan demandaban mayor flexibilidad y una expansión presupuestaria. Por ejemplo, según entiendo, nuestra Facultad dejó de contar con las lenguas B francés y alemán en los grados porque las autoridades consideraron que 20 estudiantes anuales para cada una eran pocos, cuando son un número idóneo para las circunstancias docentes previstas en el plan. En cuanto al profesorado, la mayoría ya aplicaba una pedagogía centrada en el estudiante y orientada a una salida profesional, así que los cambios inciden más bien en la cantidad de trabajo, ahora mayor. A ello contribuye una cierta sobreadministración, agravada por procesos informativos y evaluativos muy engorrosos y poco efectivos. Laboralmente, el profesorado está en crisis; en varios centros se han perdido puestos de trabajo. Está claro que necesitaremos un segundo ciclo de reformas para adaptarnos de verdad.

¿Cómo incorporan los estudios de TeI la tecnología en la formación de sus alumnos? ¿Y los aspectos profesionales? ¿Crees que actualmente los egresados salen mejor preparados para el mercado laboral?

Contamos con los acostumbrados campus virtuales y matrícula telemática. No todo el profesorado hace uso continuo de herramientas informáticas profesionales (no solo memorias de traducción) en sus clases, pero es un número creciente. El escalón tecnológico entre las destrezas informáticas de los recién egresados y las demandas del mercado se ha reducido bastante. Los aspectos profesionales, por otro lado, todavía no encajan bien y las prácticas no están bien articuladas. Así que la preparación técnica es mejor pero la desorientación inicial de los egresados sigue siendo notoria.

Desde la creación de la diplomatura en TeI hace aproximadamente 30 años en la Universidad de Las Palmas, han existido varios planes de estudios (de diferente duración y, quizás, con y sin proyecto de fin de carrera o, como lo denomináis en Las Palmas, trabajo de fin de título). De todos ellos, ¿cuál crees que suple mejor las necesidades formativas de los estudiantes, teniendo en consideración el mercado laboral actual?

La base de la reforma europea es la uniformización y la equiparación. Al adherirse al Plan de Bolonia, España escogió sumarse a una reducida minoría de países con grados largos y másteres cortos. La consecuencia es que atraemos a pocos estudiantes extranjeros porque graduarse aquí se demora un año más. La parte del Libro Blanco del Grado que resume el desarrollo profesional de nuestros egresados muestra que un buen número tiene empleos relacionados con el uso de las lenguas en los que las tareas de traducción y de interpretación son esporádicas, como en comercio exterior, marketing, turismo y demás. El sentido del grado es formar a cuadros medios, así que deberíamos contar con un grado de tres años en Lenguas Aplicadas o Comunicación Internacional con una formación puntual en algunos tipos de traducción, como la correspondencia comercial, la documentación de importaciones y exportaciones, interpretación de enlace y similares. No obstante, los actuales grados remedan, recortados, a las licenciaturas. Y en el recorte llevan la penitencia de una peor formación.

Por otro lado, los másteres deben formar para perfiles profesionales concretos y es dudoso que un estudiante consiga la formación y el entrenamiento mínimos para traducir profesionalmente en un año, ni siquiera los de filologías y lenguas modernas y aplicadas, mientras que los egresados de grados de traducción encuentran parte de los contenidos redundantes. La mayoría de los estudiantes actuales de los másteres son estudiantes de traducción y de filología, y no creo que estos grupos puedan alcanzar destrezas similares, qué decir de quienes proceden de otras ramas del saber. Además, el máster de un año podría no resultar reconocido en países que emplean más tiempo en preparar especialistas. Así que tampoco los posgrados atraen a muchos estudiantes de otros países (lo que se considera un indicio de calidad). En fin, que deberíamos contar con posgrados de duración variable, desde uno hasta dos años y medio, de acuerdo con el perfil de los candidatos. Considerando estas perspectivas, hasta que España asuma de verdad el espíritu del Plan de Bolonia, las licenciaturas en vías de extinción parecen la oferta más razonable.

¿Consideras que conviene cambiar (crear, eliminar o adaptar) alguna asignatura del plan de estudios actual?

En los de toda España, las clases de interpretación deberían ser optativas. Reducidos como están los contenidos de interpretación al mínimo en casi todos los centros, lo lógico sería dejar de obligar a cursarlos, pues no confieren una preparación completa. Además, no puede ser que en este país los sordos no puedan ser traductores por un par de asignaturas. Por otro lado, al pasar a optativas, la reducción en número de estudiantes liberaría capacidad docente para ofrecer una mejor formación a los interesados, con más asignaturas. Específicamente, deberíamos dedicar más esfuerzos a la interpretación bilateral (social, comunitaria, etc.) y a modos emergentes, como la videointerpretación. Hay que fomentar la diversidad curricular. No es imprescindible combinar siempre y obligatoriamente traducción con interpretación. También necesitamos reexaminar las orientaciones de las clases de lengua, todavía demasiado descriptivas y populosas.

En el plan de estudios de grado de la ULPGC, creo que la asignatura de informática «general» debería ser optativa también, porque hoy los estudiantes novatos cuentan con mejores destrezas informáticas. Por otro lado, hace falta una asignatura dedicada a la edición, la maquetación y el diseño gráfico, incluido el de webs y otros formatos digitales habituales.

¿Cómo se ve el mercado laboral de la traducción e interpretación en estos momentos desde la facultad?

Complejo y algo turbulento. Tras un período de bonanza, en el que la traducción inversa al español se deslocalizaba hacia nuestro país, la crisis económica está pasando factura a los autónomos. Los traductores de libros tienen más del doble de títulos por traducir que hace 20 años, aunque siguen sin ver satisfechas algunas condiciones contractuales y hay más competencia. La localización ha crecido muchísimo y ha evolucionado bastante tecnológicamente, pero un puñado de grandes empresas copa buena parte del sector y genera subcontratas, que reducen los ingresos del trabajador. El sector público está en período de vacas flacas. El mercado sigue y seguirá creciendo, pero hay un exceso de oferta de titulados y resulta más difícil acceder a él.

¿Los alumnos suelen tener algún contacto con profesionales del sector, por ejemplo a través de listas de distribución o foros profesionales? ¿Crees que el alumnado en general conoce las asociaciones profesionales?

Los contactos de los estudiantes con profesionales son esporádicos, a menudo relacionados con trabajos y ayudas puntuales o derivados de su propia curiosidad. Las asociaciones profesionales son menos conocidas. Probablemente, Asetrad despunta entre las demás.

¿Qué opinas de la función que pueden desempeñar las asociaciones profesionales en el sector? ¿Qué crees que podrían aportar a los profesores y a las facultades de traducción e interpretación?

Las asociaciones profesionales tienen en su mano convertirse en interlocutores ante autoridades y patronal en materias laborales y de acreditación, y también en el análisis y garantía de la calidad. Podrían desempeñar también un papel más importante en la formación, por ejemplo, cooperando en la tipificación y la regulación de las prácticas o aportando miembros externos a comités de evaluación final global. Los docentes deberíamos actualizarnos periódicamente de acuerdo con los cambios del mercado y la profesión, y las asociaciones profesionales podrían participar en ello.

Has impartido clases de traducción en cuatro universidades españolas (Vigo, Vic, Granada y, actualmente, Las Palmas) y varias extranjeras. ¿Cuál es tu visión de la docencia de TeI en España? ¿Qué carencias encuentras y qué soluciones apuntarías?

Las condiciones laborales del profesorado son peores que en otros países, la infraestructura es deficiente y a una buena parte del estudiantado le falta motivación. Hay demasiada oferta de formación poco diversificada: contamos con más Facultades de Traducción que Francia, Alemania y Reino Unido juntos, y todas están cortadas por un mismo patrón. A pesar de ello, creo que la formación en España no desmerece mucho de la de otros países. En serio.

¿Hay algo que no te haya preguntado que te gustaría comentar?

España se ha convertido en una potencia de la investigación en nuestro campo. Prácticamente en todos los nichos y facetas de los Estudios de Traducción e Interpretación algunos de los investigadores más punteros son españoles. También se ha reducido el hiato entre profesionales e investigadores. Queda mucho por andar, pero la actualidad es prometedora.

Y ello se puede comprobar en la actividad desarrollada por la AIETI desde hace una década, de cuyos congresos resultan unas actas de temas muy diversificados y especializados, añadiría yo.

Vaya, muchas gracias.

Por último, ¿se te ocurre algún tema que te gustaría que se tratara en La Linterna del Traductor?

Desde luego. Me gustaría que cubrierais, a modo de periodistas, el VI Congreso Internacional de la Asociación Ibérica de Estudios de Traducción e Interpretación, que se celebrará en Las Palmas de Gran Canaria del 23 al 25 de enero de 2013 (www.aieti6.es). Una valoración del congreso y sus contenidos desde la perspectiva profesional sería un paso más en nuestros intercambios. De hecho, la presidenta de Asetrad es una de las oradoras invitadas.

Muchas gracias, Ricardo, por haber contestado a todas nuestras preguntas y dedicarnos tu tiempo.

Ana Hermida
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Es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidade de Vigo. Desde 1998 es traductora del portugués, español y gallego al español y gallego. Vivió durante más de 13 años en la zona de Lisboa y sigue siendo una enamorada de Portugal. En la actualidad imparte docencia en el Máster en Traducción para la Comunicación Internacional de la Universidade de Vigo y en el grado en Traducción e Interpretación de la misma universidad como profesora invitada. Asimismo, administra la lista Ibérica, dedicada a la traducción portugués <> español, y Tradgal, que se centra en la traducción del/al gallego.

Ricardo Muñoz Martín
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Ricardo Muñoz Martín ejerce in­ter­mi­ten­te­men­te de tra­duc­tor autó­nomo desde 1987. Li­cen­cia­do en Fi­lo­lo­gía Anglogermánica (Univ. Valencia), diplomado en Traducción (Univ. Granada) y doctor en Lingüística Hispánica (UC Berkeley), ha realizado estancias de estudios e investigación en las universidades de Nottingham, Ludwig-Maximilian (Múnich) y UC Santa Barbara. Coordina los trabajos del grupo de investigación «Pericia y Entorno de la Traducción» (PETRA), que investiga empíricamente las vertientes cognitivas de los procesos de traducción mientras desarrolla el marco de la traductología cognitiva. Ha impartido cursos de grado y posgrado en las universidades de Castilla-La Mancha (ETT), Granada, Las Palmas, Málaga, UAB, UJI, Vic, Vigo, Bolonia, CSU San José (California), Leipzig y UABC (Baja California, México) y es reciente catedrático de Traducción en la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ricardo Muñoz es presidente de la AIETI.

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