Tal vez uno de los ejemplos más representativos y conocidos de escritor traductor sea, curiosamente, el de un traductor que, tras haber alcanzado un gran reconocimiento por su labor como tal, se convirtió en un escritor de renombre internacional.
Al igual que en el artículo dedicado a Borges que aparece en nuestro número 4, no pretendemos hacer un repaso exhaustivo por la obra literaria del autor de obras tan universales como Rayuela (1963), sino que vamos a centrarnos en su faceta de traductor, ya que él mismo confesaba que se consideraba «un traductor metido a escritor»:
Pienso también que lo que me ayudó fue el aprendizaje, muy temprano, de lenguas extranjeras y el hecho de que la traducción, desde un comienzo, me fascinó. Si yo no fuera un escritor, sería un traductor.
Julio Cortázar, en Conversaciones con Cortázar, de Ernesto González Bermejo.
De profesión, traductor
Julio Cortázar (Bruselas, 1914-París, 1984) nació en Bélgica durante la ocupación alemana, hijo de padres argentinos. La familia residió varios años en Suiza y España y se trasladó a Argentina en 1918. Fue un niño enfermizo que pasó mucho tiempo en la cama, tiempo que dedicaba a leer. Su madre, deseosa de que se aficionara a la lectura ponía a su disposición libros de muy distintos autores. Aquel amor temprano por las letras lo marcó y lo convirtió en un lector voraz, entusiasta de Julio Verne, Rimbaud, Montaigne y Cocteau, entre otros. En 1935 obtuvo el título de profesor en letras, y en los años posteriores tuvo varios empleos como profesor, incluido el de profesor de Literatura Francesa en la Universidad Nacional de Cuyo; si bien alternaba la actividad docente con su trabajo como traductor, poco a poco esta segunda ocupación fue ganando terreno.
Aunque desde 1937 había traducido ya para la revista francesa Leoplán, su primera traducción literaria fue Robinson Crusoe, de Daniel Defoe (1945). En 1948 obtuvo el título de traductor público de inglés y francés y comenzó a trabajar para organismos internacionales, como la Unesco y la Comisión de Energía Atómica, en Viena. Hasta 1951 trabajó como traductor para la Cámara Argentina del Libro. Ese año, él y la que entonces era su esposa, Aurora Bernárdez, que también era traductora, trasladaron su residencia a París. Una vez en Europa, Cortázar siguió trabajando como traductor independiente para la Unesco, y en 1954 asistió en calidad de traductor y revisor a la conferencia de ese organismo celebrada en Montevideo. Ese mismo año viaja a Italia, donde empieza la traducción de la obra en prosa de Edgar Allan Poe por encargo de la Universidad de Puerto Rico. En 1955 publica su traducción de Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar (Sudamericana), una de sus traducciones más aclamadas, y es a partir de ese año cuando, sin llegar a dejar totalmente la traducción, comienza a volcarse en la escritura. Definitivamente afincado en Francia, en julio de 1981, el presidente Miterrand le otorga la nacionalidad francesa.
En febrero de 1984, Cortázar muere en París.
Un traductor prolífico
Entre las obras traducidas por Cortázar, y sin ánimo de ser exhaustivos, podemos citar las siguientes: Daniel Defoe: Robinson Crusoe (Buenos Aires: Viau, 1945); G. K. Chesterton: El hombre que sabía demasiado (Buenos Aires: Nova, 1946); Walter de la Mare: Memorias de una enana (Buenos Aires: Nova, 1946); André Gide: El inmoralista (Buenos Aires: Argos, 1947); Henri Bremond: La poesía pura (Buenos Aires: Argos, 1947); Alfred Stern: Filosofía de la risa y del llanto (Buenos Aires: Imán, 1950); Louisa May Alcott: Mujercitas (Buenos Aires: Codex, 1951); Marcel Ayme: La víbora (Buenos Aires: Sudamericana, 1952); Ladislas Dormandi: La vida de los otros (Buenos Aires: Sudamericana, 1952); Marguerite Yourcenar: Memorias de Adriano (Buenos Aires: Sudamericana, 1955); Jorge d’Urbano: «Prefacio» a Música en Buenos Aires, de Virgil Thomson (Buenos Aires: Sudamericana, 1966); Carol Dunlop: Llenos de niños los árboles (Managua: Nueva Nicaragua-Monimbó, 1983); Edgar Allan Poe: Obras en prosa (traducción, introducción y notas de J. Cortázar; Río Piedras: Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, en colaboración con Revista de Occidente, 1956, 2 vols.); Edgar Allan Poe: Cuentos (La Habana: Editorial Nacional de Cuba, 1963); Edgar Allan Poe: Aventuras de Arthur Gordon Pym (La Habana: Instituto del Libro, 1968); Edgar Allan Poe: Eureka (Madrid: Alianza, 1972).
Yo le aconsejaría a cualquier escritor joven que tiene dificultades de escritura, si fuese amigo de dar consejos, que deje de escribir un tiempo por su cuenta y que haga traducciones; que traduzca buena literatura, y un día se va a dar cuenta que puede escribir con una soltura que no tenía antes.
Julio Cortázar, en Conversaciones con Cortázar,
de Ernesto González Bermejo
Bibliografía y enlaces para aprender más
Todas las páginas web, consultadas el 31 de marzo de 2011.
«Vida y obra de Julio Cortázar», página abierta de Facebook.
Biografía oficial de Julio Cortázar, publicada por el Ministerio de Educación argentino.
Clubcultura.com: «El autor: el universo de Julio Cortázar».
Fernández, Elena: «Otras historias de la traducción», una deliciosa nota de sobre Cortázar y Poe, publicada en la primera época de La Linterna del Traductor, número 9, 2004.
González Bermejo, Ernesto: Conversaciones con Cortázar.
Lauzardo, Aurora: «El escritor y su doble: Cortázar traductor», Hdhod, 2001.
Soler Serrano, Joaquín: Entrevista a Julio Cortázar para el programa A fondo de TVE (1977), en la que Cortázar hace un repaso de su biografía (primero de una serie de vídeos que se pueden encontrar en esa misma página).
♪ ♫ A Lack Of Understanding, de The Vaccines