En el verano de 2019, un proyecto caído del cielo me hizo replantearme mi manera de caracterizar y diferenciar a los personajes de las ficciones que traducía. No hay nada como un guion bien escrito para poner a prueba tus estrategias y recursos como profesional, y el año pasado hubo pocos guiones mejor escritos que este.
Knives out (Rian Johnson, 2019) —en España, Puñales por la espalda— es un whodunit moderno con todos los ingredientes que agradecería cualquier buen fan de Agatha Christie: un reparto coral, un humor corrosivo, unos personajes dibujados a brocha gorda, un detective estrafalario y un cadáver a los postres. En resumen: un caramelito para cualquier traductor.
No hay nada como un guion bien escrito para poner a prueba tus estrategias y recursos como profesional, y el año pasado hubo pocos guiones mejor escritos que este.
A grandes rasgos, el whodunit (contracción de la pregunta «Who has done it?») podría definirse como un subgénero del cine policíaco o detectivesco que gira en torno a la pregunta: «¿Quién es el culpable del crimen?». El whodunit tiene una serie de rasgos muy característicos, como el humor negro, las piruetas argumentales y la presencia de multitud de personajes —sospechosos en potencia— en múltiples escenas corales. Este último rasgo da lugar a infinidad de diálogos cruzados y pisados en los que la traducción para doblaje tiene un doble reto: mantener el ritmo del original y conseguir que todos los personajes tengan una voz propia en medio del caos y del barullo.
Los proyectos con tanto diálogo pisado (…) siempre suponen un desafío mayor por la gran cantidad de texto que contienen, aunque no todos los espectadores sean conscientes de ello al ver la película.
En este caso, el guion estaba tan bien escrito y los personajes, tan bien perfilados que no solamente había que plasmar en los diálogos una interacción más o menos amena y dinámica entre ellos, sino que se hacía imprescindible marcar las diferencias entre unos y otros. El director había dedicado —de forma muy sutil— parcelas individuales a cada uno de ellos para explicar sus motivaciones y su idiosincrasia. El guion me pareció un auténtico trabajo de orfebrería, y pensé que merecía la pena abordar la traducción de un modo distinto, así que hice algo que no había hecho nunca: preparar una especie de diagrama con las características que marcaban el idiolecto de cada personaje para conseguir que su personalidad impregnase todas sus intervenciones.
Aunque mi acercamiento a la traducción audiovisual es eminentemente práctico, tomaré prestadas las palabras de J. J. Sánchez Iglesias (2001) para definir el idiolecto como:
El conjunto de usos de una lengua característicos de un individuo concreto. La noción de idiolecto implica que existen variaciones no solo de un país a otro, de una región a otra, de un pueblo a otro, de una clase social a otra, sino también de una persona a otra.
Mi meta era plasmar en la traducción las características fundamentales de los personajes de modo que casi bastara con leer una frase para saber quién la había pronunciado.
Hacer algo así en un 35 mm tiene una dificultad añadida: el metraje. En una serie, normalmente, tienes tiempo de sobra para retratar a los protagonistas a lo largo de múltiples temporadas y arcos argumentales. En una película, tienes que ser capaz de definir lingüísticamente a un personaje con solo cuatro trazos.
En este caso, la variedad de registros era enorme. Teníamos a un patriarca autoritario hecho a sí mismo, a un marido cojín que se aprovechaba de la fortuna familiar, a una mosquita muerta, a un pijo malcriado, a un joven afín a la alt-right y a un largo etcétera de personajes mezquinos e histriónicos. Para explotar la vis cómica de la película y sacar el máximo partido de todos ellos, elaboré el diagrama a partir de las frases que, en mi opinión, podían definir mejor sus idiolectos. Aquí van algunos ejemplos:
Benoit Blanc (detective extravagante):
Original: I anticipate the terminus of Gravity’s Rainbow. It describes the path of a projectile determined by natural law. Voilà, my method. I observe the facts without biases of the head or heart. I determine the arc’s path, stroll, literally, to its terminus, and the truth falls at my feet.
Traducción: Yo calculo dónde acabará el «arcoíris de gravedad». Describe la trayectoria de un proyectil sujeto a las leyes de la física. Ese es mi método: observo los hechos sin prejuicios intelectuales ni emocionales. Calculo su trayectoria, paseo tranquilamente hasta el punto de impacto y la verdad cae a mis pies.
Harlan Thrombey (escritor de éxito hecho a sí mismo):
Original: They’re not our books, son. They’re my books. And th-this is not how I wanted to have this conversation. But you’re right, it’s unfair of me to keep you tethered to something that isn’t yours to control. But you’re not going to be running the, the publishing house anymore.
Traducción: No son nuestros libros, hijo. Son mis libros. Y no es así como quería tener esta conversación. Pero tienes razón, es injusto que quiera atarte a algo que está fuera de tu control, así que ya no seguirás dirigiendo la editorial ni un solo día más.
Joni Thrombey (viuda y gurú vendehúmos):
Original: They’re my family. I feel simultaneously freed by, and supported by them. Mm, it’s that balance of opposites that’s the nugget of Flam, my skin care company. Yeah, it’s skincare, but it promotes a total lifestyle. Self-sufficiency with an acknowledgement of human needs.
Traducción: Son mi familia. Me siento a la vez liberada y mantenida por ellos. Ese equilibrio entre opuestos es la clave de Flam, mi empresa de cosméticos. Sí, vendemos cosméticos, pero también promovemos un estilo de vida: ser autosuficientes sin olvidarnos de nuestras necesidades.
Jacob Thrombey (el benjamín de la familia, afín a la ultraderecha):
Original: I’m a liberal snowflake. You had sex with my grandpa, you dirty anchor baby!
Traducción: Tengo sensibilidad liberal. ¡Te acostaste con mi abuelo, inmigrante pervertida!
Entre estos ejemplos y unos cuantos más, pude perfilar a todos los protagonistas atendiendo a distintos factores: clase social, educación, personalidad (extrovertida o introvertida), posición dentro de la jerarquía familiar, ideología, peculiaridades, etc. Incluso su aspecto y su lenguaje no verbal ofrecían pistas sobre su idiolecto.
La clase social siempre es un elemento distintivo que condiciona, necesariamente, los registros que puedes abarcar en la traducción.
La clase social siempre es un elemento distintivo que condiciona, necesariamente, los registros que puedes abarcar en la traducción. La educación de un personaje da ciertas pistas sobre el nivel de vocabulario que puedes utilizar sin que le rechine al espectador. La naturaleza introvertida o extrovertida de un personaje decanta la balanza a favor o en contra de ciertas expresiones más o menos agresivas o directas. La posición dentro de la jerarquía familiar define las interacciones entre sus miembros. La ideología —muy marcada en algunos personajes de la película— es un elemento fundamental en las dos o tres escenas en las que hay contenido político (con un evidente discurso anti-Trump). Las peculiaridades o excentricidades de los personajes son los elementos que dan más juego a la hora de confeccionar los diálogos, pues permiten introducir muletillas, chascarrillos y expresiones que dan color a las escenas. El aspecto físico y el lenguaje no verbal son rasgos que no aparecen reflejados en el guion (salvo en alguna que otra nota) y ponen de manifiesto la importancia de la imagen en el proceso de traducción.
Tener claro cuál es el idiolecto de cada uno de los personajes es fundamental a la hora de tomar una u otra decisión traductológica, ya que puede ayudar a meter al espectador en la película o sacarlo de ella por completo.
Una de las frases más célebres y recordadas de la película —por lo jocoso del contexto— es: «¿Qué fue lo que oyó el joven nazi mientras se masturbaba en el baño?», pronunciada por el estrambótico detective protagonista. La misma frase en boca de Meg (estudiante universitaria) podría haberse traducido como: «¿Qué oyó el protonazi ese mientras se la pelaba en el meadero?». De haberla pronunciado Ransom (pijo borde y malcriado), podría haber sido: «¿Qué oyó el pequeño Adolf mientras se sacudía la sardina en el retrete?». Son solo algunos ejemplos de tantos posibles. Tener claro cuál es el idiolecto de cada uno de los personajes es fundamental a la hora de tomar una u otra decisión traductológica, ya que puede ayudar a meter al espectador en la película o sacarlo de ella por completo.
Por supuesto, no hay que olvidar el papel fundamental que cumplen la dirección y la interpretación en el proceso. Un buen director que sea capaz de captar los matices del texto traducido y trasladárselos a sus actores en sala puede multiplicar por mil la fuerza de los diálogos. En este caso, el encargado de plasmar esos matices en la pantalla grande fue Antonio Lara, director de doblaje con más de mil títulos a sus espaldas, que, en mi opinión, hizo un trabajo magnífico.
Vale la pena cambiar de enfoque de vez en cuando. Al fin y al cabo, eso es lo que hacen los buenos detectives.
¿Qué habría pasado de no haber tenido tan claras las diferencias entre personajes a la hora de abordar la traducción? Dudo que hubiese sido un drama —la película es buena de por sí—, pero posiblemente habría faltado algo de color en los diálogos y, desde luego, yo me habría divertido muchísimo menos. No es un sistema que valga para todos los productos y no siempre se tiene tiempo para preparar un proyecto tan a conciencia —de hecho, no se tiene casi nunca—, pero vale la pena cambiar de enfoque de vez en cuando. Al fin y al cabo, eso es lo que hacen los buenos detectives.
Bibliografía
Sánchez Iglesias, J. J. «Restricciones semántico-textuales de la traducción del idiolecto: Lessico famigliare de Natalia Ginzburg» en Últimas corrientes teóricas en los estudios de traducción y sus aplicaciones.
Barr, A.; Torres del Rey, J.; Martín Ruano, M. R. (coords.). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2001, páginas 703-717.
Mario Pérez Cuartero
Mario Pérez Cuartero es licenciado en Traducción e Interpretación por la Universidad Complutense de Madrid (C. E. S. Felipe II). Tras pasar diez años ejerciendo como traductor jurado en otras especialidades, en 2015 dio sus primeros pasos en la traducción audiovisual (TAV). En la actualidad, se dedica a ella a tiempo completo. Es miembro de ATRAE y tiene en su haber unos doscientos proyectos de TAV, entre series, películas y documentales.